'Llegará el día en que franceses, italianos y alemanes, en que todas las naciones del continente sin perder sus peculiaridades, se congregarán en una más elevada unidad y cimentarán la fraternidad europea', vaticinó en 1851 Victor Hugo.

Poco tiempo después de haberse terminado las contiendas de la segunda guerra mundial, en el ánimo de los europeos predominaba un sentimiento de escepticismo frente al futuro económico y político del Viejo Mundo; muchos creían que Europa había pasado definitivamente a la historia, que ella no volvería a jugar un papel importante en la determinación de los destinos del mundo y que su economía destruida y maltrecha, apenas sería capaz de alimentar con el venir de los años a sus pueblos hambrientos por la guerra...

'Ninguna convergencia histórica parece más natural que una federacion delos pueblos de la América Latina', aseveró Ingenieros, mientras que Mazzini afirmó que  'Todo peldaño del progreso fue alcanzado mediante la unión'.

La idea de una unión, tanto política como económica, de los pueblos de habla española y portuguesa en la América Latina es tan antigua como su emancipación de España y Portugal. Bolívar, San Martín, Miranda, Hidalgo, Belgrano y muchos otros fueron verdaderos apologistas, en mayor o menor grado, de la integración latinoamericana. No obstante, los intereses locales, los prejuicios nacionales, el caudillismo, el régimen económico y social cerrado de la hacienda, la carencia de vías de comunicación, así como un mal entendido nacionalismo y patriotería frustraron en su germen los primeros intentos de una unidad latinoamericana...